El miedo es una de las emociones más paralizantes y que hemos experimentado en numerosas ocasiones, la mayor parte de la población.

Es una emoción primitiva que todos tenemos como residual por nuestro instinto de supervivencia. El miedo es bueno porque te avisa de un peligro inminente, para que seas capaz de reaccionar; en este caso el miedo es sano, tiene una función adaptativa.

Cuando aparece viene a traerte una información sobre la situación en que te encuentras y de los recursos que dispones para afrontarla. 

La inseguridad aumenta el miedo, porque te hace percibir que estás sin recursos para superar el peligro.

Qué es el miedo

Por ello es sano y determinante cambiar la relación que mantienes con tus emociones, cuando eres capaz de verlas como un mensajero que te aporta información y te avisa de los peligros, entonces podrás prestar atención a que está pasando en ti, o tu entorno que ha disparado ese miedo.

Cuando ese miedo es racional o no está justificado o es desproporcionado con el estímulo que lo ha provocado es cuando debes bucear, analizar y tomar conciencia de cuál es su auténtico origen.

Cómo Funciona en Nuestro Cerebro

Cuando tienes miedo se activa en el cerebro la parte reptiliana, esta se encuentra en el hipotálamo, hipocampo y la amígdala cerebral, activando una señal de alerta, que te advierte de que hay un peligro inminente.

Nuestro cerebro es capaz de generar reacciones de pensamiento, aunque este suele funcionar de manera autónoma.

Pongámonos en situación: Estás en casa y de pronto te parece que abren la puerta. Comienza la odisea… hay dos salidas para el cerebro reptiliano: LUCHA O HUIDA.

¿Ha sido mi imaginación? ¿cómo ha podido entrar? ¿me va a hacer daño?

Lo que lleva a la activación de los pulmones para alcanzar el máximo oxígeno posible, y todas las áreas del cuerpo que ahora no necesitan gastar energía se paralizan, empezando por el aparato digestivo, ya que ahora no es momento de comer.

Por el contrario se activan otras partes de nuestro cuerpo como pueden ser las piernas para echar a correr, la dilatación de las pupilas para tener una mejor visión, todo el sistema circulatorio se pone a una velocidad vertiginosa.

Se ha activado todo el sistema nervioso simpático gracias a hipotálamo desatando la reacción en cadena, la piel se queda sin líquido lo que hace que pierda temperatura, sube la glucosa y da lugar a la famosa piel de gallina y o escalofríos .

Piel de gallina

A nivel fisiológico el miedo lanza una descarga de sustancias: adrenalina, cortisol y noradrenalina que provocan otros efectos en el organismo como son:

  • Aumento de los latidos del corazón (reconocerás la frase: “el corazón se me salía del pecho”,)
  • Tus movimientos corporales se aceleran, por eso sientes ganas de “echar a correr”.
  • Puede generar temblores, rigidez y dejarte paralizado.
  • Aumenta la presión arterial, como cuando sientes ansiedad, nerviosismo o estrés.
  • Aceleración del metabolismo, produciéndose un mayor consumo de glucosa.
  • Activación de la segregación de líquidos, sudoración…
  • Contracción o tensión muscular.
  • Agudización de todos los sentidos para mantener el estado de alerta.

El Miedo Aliado o Enemigo

El miedo es tu aliado, si dejas de enfocarte en la emoción y prestas atención al mensaje podrás descubrir qué información te trae, qué necesitas y ponerte a ello para conseguirlo.

Qué es el miedo

Pero también existen una serie de efectos a nivel interno y mental:

  • Inseguridad, incapacidad para afrontar la situación, por lo que proyectarás esa sensación de parálisis en función del grado de importancia que tenga para ti.
  • Aumenta la sensación de indefensión, debilidad, por lo que buscarás refugio o seguridad. 
  • Interpretas amenaza o peligro. Por ello es importante racionalizar cuánto de real es esa amenaza y buscar los recursos de que dispones para afrontarla.
  • Desencadenamiento de pensamientos que aumentan la percepción del peligro o amenaza, relacionados con nuestras experiencias pasadas y heridas que arrastramos de la infancia.
  • Si el significado que le das es de lucha puedes estar permanentemente inmerso en el conflicto, como modo de supervivencia frente al entorno que te rodea.
  • Te silencia, en ocasiones dejas de hablar de exponer lo que piensas por miedo a no cumplir con las expectativas que esperan de ti, por miedo a encontrarte con el rechazo del otro.
  • Te esconde, te haces menos comunicativa y no exteriorizas tus emociones. Puedes convertirte en alguien introvertido y en ocasiones incluso puedes polarizar esta conducta al polo opuesto que es la extraversión.
  • Agudiza tu capacidad de observación.
  • Moldearas tu imagen a esta emoción, tanto en la forma de vestir, como los colores que utilices, el tipo de prendas y el look en general, que harán que transmitas más o menos confiabilidad y naturalidad.

Es muy poderoso actualizar tu sistema de creencias y paradigmas desde los que te mueves, porque en ocasiones te han sido impuestos, bien por el entorno sociocultural, la familia o por experiencias vividas…

Y nunca te has parado a revisarlos y pensar si realmente te benefician, limitan o impiden vivir nuevos retos y situaciones de los que aprender y potenciar tu desarrollo personal. 

Miedos enmascarados.

Hay ocasiones en las que el miedo aparece enmascarado por unas emociones llamadas: sustitutivas, que son emociones que has aprendido a utilizar en sustitución de la emoción del miedo porque, no quieres mostrarlo a los demás y por tanto lo tapas con otra emoción.

Como por ejemplo: una falsa alegría para disimular ante los demás, el miedo que sientes en un determinado momento o ante una persona.

Cómo Vencer o Superar el Miedo

Si te has sorprendido alguna vez dejando de hacer algo por miedo o tal vez no seas consciente de ello. Cuando vives experiencias que no integras y gestionas, pueden convertirse en tu auténtico Gollum, te perseguirán y limitarán, obligándote a huir permanentemente aunque no sepas muy bien de qué. Para liberarte de estas cadenas debes tomar acción, ya que nadie más que tú puede hacerlo.

Tomar acción frente al miedo

La mejor manera de superar el pánico es afrontarlo y comprobar que al final nada era tan grave como tu mente te estaba diciendo.
Toma consciencia de tu emoción, de tu miedo y hazte una serie de preguntas para identificarlo:

  • ¿Qué estás pensando en este mismo momento, qué te estás diciendo?
  • ¿Cuál es el pensamiento que está favoreciendo que aumente ese miedo? 
  • Racionaliza el miedo y pregúntate:
  • ¿Cuántas probabilidades hay de que ocurra lo que estoy pensando? Y si ocurre… 
  • ¿Qué que recursos necesitas para superar esta situación? 
  • ¿Qué hago cuando siento miedo?
  • ¿Me permito sentir esta emoción?
  • ¿Qué significa para ti el miedo?
  • ¿Qué situación o persona te provoca miedo en este momento vital y que no has afrontado o a la que evitas por ello?
  • ¿Cuántas decisiones has dejado de tomar por miedo?
  • ¿Cuántas acciones has dejado de realizar o emprender por miedo?
  • ¿Cuántas situaciones experiencias o vivencias has dejado de vivir por miedo?

Y Si tuvieras que escoger dos miedos recurrentes en tu vida… ¿Cuáles serían?
Tómate un tiempo para pensar en ello y escribe en un papel, antes de continuar la lectura. Escribe esos dos miedos que con más frecuencia sientes.

Miedo a…………………………………………………………….

Miedo a…………………………………………………………….

Toma consciencia y comprométete a afrontar esa situación en el próximo mes como plazo máximo. Luego escribe todo lo que has observado, qué has pensado, sentido y cómo has afrontado la situación. Después concédete un premio y repite este ejercicio cada vez que sientas miedo.

También puedes aprender a identificar el miedo en una persona cercana en tu familia, a través de sus rasgos físicos, rasgos mentales y por la expresión corporal que proyecte.

Espero te haya sido útil y puedas poner en práctica los tips que te he dejado.

Como siempre me encantará leer tus comentarios y valoración. Tu opinión es muy importante. Gracias.